Los peines, igual que los espejos, aparecen asociados en muchos casos a los rituales funerarios. Valga, por tanto, lo apuntado al respecto al tratar los espejos como ensalzadores de la importancia y prestigio social para detenernos en el análisis geográfico y tipológico de estos objetos. Normalmente, los peines desde el neolítico, fueron fabricados en hueso, madera o marfil y los paralelismos más significativos los encontramos en Grecia, por lo que debieron ser traídos desde los primeros contactos con el Mediterráneo Oriental e incrementados con las colonizaciones fenicias.
Tipos de peines según zonas geográficas (S. Celestino Pérez)
Zona I (Sierra de Gata): sin representación de peines.
Zona II (Tajo-Montánchez): Un sólo peine (Brozas) dibujado con gran detalle que hace pensar en que fue grabado con posterioridad al resto de los elementos.
Zona III (Guadiana-Zújar): Aumenta la presencia de los peines (30 %). Su situación en el conjunto de la composición suele ser junto a la cabeza o alejado del guerrero. La técnica es grabar mediante trazo más grueso el armazón del peine y con trazos perpendiculares y más finos se graban las púas o dientes. Detalles como el círculo sobre el armazón pueden apreciarse en la estela de Cabeza del Buey II.
Zona IV (Guadalquivir): Los peines adquieren mayor variedad sobre la base de más detalles decorativos (Ategua)
Cándido González Ledesma 2007