Estela Capilla VIII (Fotografía: Vicente Novillo)
Las teorías explicativas del origen cultural de los elementos representados en las estelas se clasifican en cinco grupos: origen indoeuropeo, atlántico, fenicio, egeo y eclecticismo. Cada una de esas posturas determina una cronología discordante con las demás, por lo que las resumiremos así1: Almagro Basch y Curado, partidarios del origen indoeuropeo para las estelas del suroeste las datan en función de las invasiones célticas, disienten entre ellos en los orígenes de las mismas, siglo VIII2 para Almagro hasta finales del siglo V, mientras que Curado eleva el origen hasta el siglo X. Los partidarios del origen atlántico (Coffyn y Barceló) las sitúan en un espectro más antiguo entre los siglos XI y VIII a. C. Para los orientalistas (origen fenicio Blázquez y Almagro Gorbea; y de origen egeo Bendala) esas cronologías son muy altas y las rebajan hasta situarlas en las colonizaciones mediterráneas, o sea, a partir del siglo VIII hasta finales del VII, aunque Almagro Gorbea aboga por orígenes protocoloniales que llegarían hasta el siglo IX y terminaría en el siglo VIII. Los eclécticos adoptan una mayor amplitud cronológica que va desde el siglo XI hasta finales del siglo VII a.n.e.3
En general, se considera que las estelas de guerrero proceden del Bronce Final a inicios del Hierro, entre finales del siglo X o principios del IX hasta mediados del siglo VII a. de C., la determinación más concreta dentro de esos límites se ha realizado mediante el análisis pormenorizado de los elementos presentes y ausentes en las estelas, además de la dispersión geográfica o los análisis estadísticos multivariantes4, siendo muy imprecisas aún las conclusiones que pueden sacarse debido a la escasez de hallazgos de armas y objetos de prestigio representados en excavaciones con registros arqueológicos que permitan establecer un paralelismo entre los objetos representados en las estelas y los ajuares o restos que aparezcan en yacimientos con estratigrafía que ayuden a la datación cronológica.
El elemento humano que realizó y usó las estelas para rituales funerarios o como marcadores de territorios y vías comunicación, debió tener un sustrato indígena dedicado al pastoreo y nómada que recibiría influencias diversas, tanto indoeuropeas y atlánticas como mediterráneas, aunque parece ser que con mayor peso de esta última. Estas influencias fueron debidas indudablemente al comercio y al desplazamiento de recursos, agropecuarios y humanos, que hubo de poner en contacto las cuencas del Guadiana y Tajo con la del Guadalquivir y el hinterland de Tartesos6. Sin duda esas rutas eran dominadas, así como los pasos naturales que las comunican, por indígenas que resaltaban su estatus social y de poder mediante la representación de armas y objetos de prestigio en las estelas que señalaban sus territorios.
1 GALÁN, E. 1993, pp.15-16.
2 Todas las fechas, se da por supuesto, se refieren a “antes de nuestra era” (a.n.e.) o, en nomenclatura más clásica, “antes de Cristo” (a.C.).
3 CELESTINO, S. 1990, pp. 59-60, mantiene las dificultades para datar el origen de las estelas antes del siglo VIII, pero sin embargo, considera que el final de las estelas del suroeste se produce al final del siglo VII a. n. e. por la ausencia de fíbulas de doble resorte o la tumba de Aliseda, documentadas arqueológicamente en el período orientalizante, que indican la desaparición de los rituales funerarios asociados al fenómeno de las estelas y la introducción de rituales orientales con objetos de lujo y ajuares de bronce (jarros, braserillos, quemaperfumes, etc.) y joyas como manifestación de un proceso de aculturación de la periferia tartésica (suroeste peninsular) por los fenicios y griegos a través de Tartessos. El mismo autor (1995) flexibiliza su postura anterior en lo referente al inicio de las estelas del suroeste por las interacciones entre el comercio atlántico y mediterráneo en los siglos X y IX a. n. e., pero no sólo del Mediterráneo Oriental, sino también del Central con el protagonismo de Cerdeña en los contactos con la Península Ibérica a partir del siglo X a. C.
4 GALÁN, E. 1993, pp. 43-52.
5 Sin pasar de una simple mención, esta interpretación queda planteada por autores como Galán (1993, pp. 79-81) basándose en los modelos teóricos anglosajones como los de Sherratt (doble marginalidad del suroeste peninsular respecto al Mediterráneo Oriental y al comercio atlántico, es decir, el modelo del centro-periferia-margen) o el de Renfrew y Cherry (1986) definido como de “interacción entre unidades sociopolíticas autónomas” para explicar las transformaciones culturales como un equilibrio entre los modelos difusionistas (procesos de aculturación exógenos) y autoctonistas (endógenos).
Cándido González Ledesma 2007